Hoy no busco hacer una rapsodia con las imágenes poéticas de mi cabeza, sólo quiero reflexionar sobre cada fotografía que acontece y que pronto se va de en frente de mi ventanilla.
Últimamente, un halo de insatisfacción viene envolviendo mi alma. Y aunque me frustra, es el perfecto estado en el que puedo permanecer. La satisfacción pronto se dobla en conformismo, y no es lo que busco.
Siento, en verdad, que tengo algo para dar. Quiero regalarlo desinteresadamente, porque nada me relaja más que el hecho de que pase a pertenecer a otra persona, para que yo pueda dejar de poseer otras de las millones de palabras, melodías y escenas que se apretujan en mí.
Y qué gran concepto éste el de compartir. Deriva a que todos sabemos actuar como actuamos porque desde pequeños, alguien lo compartió con nosotros. Si nadie te hubiera cedido un sonido hoy no podrías estar leyendo ésto.
Y aprovechando lo que la misma civilización nos dió, voy a explayar todos mis deseos de no querer necesitarla. Así como miles de veces soñé con despertarme sin recordar absolutamente nada, para ser guíada solitariamente por un instinto puro y que no busca el mal para nada ni nadie.
Quiero que tanta energía motivada por estímulos banales penetre en mí para construir aún más profundo el lago de mi mente (ése que está rodeado de todo un planeta). Me impulso a seguir caminando sobre las vías viendo de cerca al tercer riel, amenazante. Un camino que llevará lejos a un pez que no quiere morder el anzuelo; Quiero vivir en un constante "ir" hacia el océano.
Luna S.