lunes, 22 de septiembre de 2008

Jaque Mate


Impulsivamente quisiera desarmar la luz, para lograr que tu imagen se congele en mis pupilas; antes de que la primavera derrita lo poco que me queda de corazón.
La supernova que resume tu aliento me quiebra las costillas; los latidos crecen sin medida y la frecuencia envuelve mis puños. Y aún así no puedo luchar contra esta sensación, este nuevo grito que quiebra, sangra y desnuda la voz. Instantáneamente estacionó la vergüenza, con los frenos arañando el silencio. La guerrera que se cubre con mis ojos ya no puede sostenerse. La golpeaste fuerte, en las rodillas. Está a punto de desvanecerse, pero le encanta.
Mientras la canela se resbala por mis labios, sobrándote, yo quisiera correr, esconderme y a la vez ocultarme de vos, dentro de tu boca. Que el refugio tibio que me dan tus manos me adormece. En esa cuna creo soñar, pero tengo los párpados arriba, la mirada bien atenta para memorizar cada una de tus sonrisas. Las mismas que te hacen sentir débil, ya te hicieron ganar varias jugadas.
Pero no va a ser nuestra culpa arruinarlo todo. Ni huir. Ni fracasar. Los ladrillos ya están ahí, podemos construir una pared... o un puente.
Como sea, no voy a dejar que se me escape este segundo sin robarte otro gramo de eternidad.

sábado, 9 de agosto de 2008

Canción Indocumentada

Haciendo equilibrio,
debajo de aquel vidrio,
el trovador de la noche
me cautivó.
Labios dilatados,
las manos sobre el teclado,
pulsando la nota
de mi obsesión.
Es tan fácil deslumbrarte
si luego de callarte
comienza a cantar.
Sangre violenta,
las paredes son lentas
para disimular.
Corazón apurado,
pulso envenenado,
una sonrisa para capturar
cada estrella,
que muy vanidoso
finge alcanzar.
Estiró la mano
como un gladiador;
y el león, dichoso, lo devoró.
No es de fiarse
aquel triunfador
que en cada fiesta lloró.
Se cansó de creer
que habrá un final feliz,
quiso adelantar la página
y la rompió.
Ahora camina bajo techo,
humillando al sol.
Si la luna fue mala brújula
¿a quién puede culpar?
Las almohadas en coma
ya ni le vienen a sermonear.
Las correas se rompen,
los perros escapan
y se van a emborrachar
unas ganas desesperadas
de voltear la cara,
de obviar otros ojos,
de no querer contestar.
Luego dibujan versos
para atarme a su dolor.
Caigo como un ancla vacío
sin evocar perdón.
Valium de papel,
quítanos la piel,
que no hay nada que cubrir.
Dos cadáveres necios
que perdieron el coraje
para sentir.
Esta resaca de amor
algún día cesará...
y los amaneceres
dejarán de picar.

Gracias por Nada

Creí ver un brazo extendido, pero sólo estabas enlongando, descansando el músculo de la desdicha.

Me imaginé tierra firme al final del puente. Hoy sólo quiero seguir nadando.

No necesito tus regalos baratos, tu literatura sobreactuada, tu psicología de cartón.

Tampoco explicaciones obligadas, desinterés maquillado en una pantalla de monoblock.

No sé cuánto tendré que esperar para ver como tu auto vuelve a pasar por mi puerta, y como la llave estará 6 metros bajo tierra. Y que cuando, sin frenos, quieras detenerte frente a mí, derrape la desesperación de un amor mediocre que erra al capataz de una canción.

Sos como una figura de porcelana, arriba de un atril, con el precio borrado y la sonrisa de un arlequín. Esperando que una mano femenina te tome de la barriga, sin importar pasar a ser parte de la decoración.

Espero que en cada polvo casual esté mi viento, recordándote lo podrido que estás por dentro.

Cada beso que te guardé, se lo donaré al primer pez que prometa desaparecer. Ninguna ilusión volverá a pisar tu calle.

Nos veremos, hombre común, disfrazado de callejero; cuando tu vacío trinque la pared de lo desechable. Gracias por nada y que la vida te quite de ese cenicero, porque ya ni el fuego te alcanza para darme este humo.

Coma vigilia


Se despertó al conocerme y veló por mis párpados. Leyó los testamentos de mi mente con un microscopio. Escaló por la inocencia del valle "Cuán únicos somos". Dibujó sus días usando de lienzo mi piel.


En un juego de memoria no encontró diferencias. Con cada derrape de chispa alucinaba más. Se abrió paso entre un sendero de fantasmas. Al amor hecho carne le dio mi nombre.


Me bendijo con escalofríos. Con destellos de un río bravo me bautizó. Al pie de vidrios rotos abrazó mi locura. Caminó junto a la luna debajo del sol.


Abrigó mis lágrimas de la nieve. Me sostuvo frente al tercer riel. Perdonó cada inconciencia que envolvía mi culpa. A un lado de la risa me conservó.

Y ahora está preso, dentro de un humano más. No puede hablar, ni sentir, ni existir. Su jaula está hecha de rencor. Sus manos sólo aprietan su yugular.


Camina entre multitudes, pero solo. Crea mil melodías, pero está sordo. Busca en otras almas lo que ya vio y está ciego. Abre los ojos cada día, pero está muerto.


A un ídolo



Qué buscaran esos ojos, Maestro.


Por donde camina esa mirada si no es por unos renglones que inspiren a multitudes a no vivir cien años, a exprimir más de cien mentiras, a recorrer los caminos como si fueran cremalleras de sueños.


Qué encontrarán esas pupilas, más que un alivio de luto, de un muerto que sigue siendo leyenda.


Cuál será la próxima lección que de tu mano, golpeando mi puerta, haga sonar las campanas de mis verdades.


Detrás del árbol de recuerdos, una hoja se cayó. Pero no muy lejos del árbol.


No la juntes por mí, sólo muestrame el camino, como un autor que cobra sus derechos, porque no necesito nada más de tí.


Querido Joaquinito.

Vías cruzadas

Me pide que no levante la voz, que todos sus sueños duermen y que no quiere hacerlos despertar. Sus labios mojan el ambiente de un deseo tenso, y el vapor acaricia sus párpados, como mi lengua la desesperación.

El incendio de un tiempo lejano, nos trajo el humo que hoy vemos dibujar. Escoge nuestras venas para circular como un niño en una calesita, como la estrella fugaz que apurada por llegar, hace llorar al cielo y a vos festejar.

Cuántos escritores y héroes infames se sacrificaron para que vos y yo nos pudiéramos encontrar. Y como en un juego de ajedrez, la verdadera reina de la mesa, giró los blancos hacia ella y me dejó como el caballo cansado, sin agua que beber. Ésta yegua guerrera galopa por el asfalto como por las estepas de tu abdomen, y se esconde de la luz como una fotografía sin revelar. Pero la instantánea quedó sellada, sin papel ni tinta, sólo mil suspiros que le debemos al azar.

Y él sigue su camino, ignorando el accidente que el destino puso en su andén. Ella escribe sobre utopías, escuelas ardientes, amantes que son canciones y la música que es amante.

Todavía recuerda un segundo, aún de lejanía, cuando en el austral él la descubrió aunque siempre estuvo ahí, con un antifaz detrás del telón del anochecer.

Aunque lo lleven otras manos, ignora que una pieza la eligió. Es de los soñadores que se fascinan al verla rodeada de estrellas, pero de los hombres que nunca se quedan con ella. Ahora, como nómade inmortal, ella desplega sus alas. Volvió a perder otra cadena y le quema la libertad.

Sólo soñé

Soñé con un mundo hecho para zurdos, al agua y al aceite bailando un vals, un absurdo sin telón que lo cierre, con pecados sensibles a la luz.

Soñé con esferas de espejos rotos que reflejaban mucho sudor, con un perfecto raptor oculto tras el pudor, planetas alineados hacia una plaza en la que en una hamaca esperaba mi alma; a aquel impulso, simpático y burlón, que sacuda de los pies y se disculpe por la tardanza.

- Me demoré con una mudanza de cascarón.

- Yo estaba descalza, saltando desde el balcón.

Fábulas que no fueron creadas pero que ahí están, para recostarme en un lecho, bello y doloroso como un rosal. Cuando en esta noche quiera escapar a la ruta que me lleve a la esquina del fin del mundo, donde el calor está de paro y sólo protesta el viento; podré desviar los oídos al susurro del vapor.

Detrás de un tratado que no fue firmado hoy esbozo un consuelo, que sin pisar el cielo, me deja una cuadra antes, peligrosa de caminar.

Vagón de sensaciones, frío cómplice, suspiro delator; son sólo el eco de una traición inconciente a tu propio mirar.

Cuando quise volver a despertarte, ya estabas muerto. La tercera vía estaba demasiado cerca de tu corazón...